Existe el imaginario de que cualquier mujer que se dedica a un rubro relacionado con el sexo, sea escort, actriz porno, stripper, etc. inexorablemente tiene que ser una sexópata. Si bien no puede generalizarse, fisiológicamente puede verse que el hombre tiene una excitación primaria mucho más veloz que la de la mujer. Esto significa que mientras lo visual suele ser suficiente para ellos, muchos más factores y más prolongados en el tiempo son necesarios para ellas. Ese es un primer indicio de que tal vez el mito de considerar a las escorts como ninfómanas no se ajuste demasiado a la realidad.
Uno de los factores que suelen alimentar la idea de la promiscuidad de las trabajadoras sexuales, es su expertise en darle al cliente lo que el cliente busca. Difícilmente un vendedor de ropa nos diga que una remera nos hace ver gordos y jamás se ha visto un carnicero que recomiende el veganismo. Las escorts, como cualquier otro trabajador, conoce mejor que nadie a su clientela. El equilibrio entre aceptar el juego y disfrutarlo, pero al mismo tiempo no ser un ingenuo, es uno de los desafíos que a menudo no son superados por quienes consumen del sexo remunerado.
Existen muchas escorts a las que el trabajo les pesa, les provoca depresión y hasta pérdida de deseo sexual con sus parejas. Otras lo toman con la misma naturalidad que si fuesen peluqueras, y por supuesto que también están las que disfrutan plenamente de sus encuentros arancelados (son la minoría). Si hilamos fino nos daremos cuenta de que no es diferente a cualquier otra actividad. Finalmente, es la personalidad de cada una la que termina determinando el grado de goce.
A menudo tenemos la fantasía de imaginar situaciones placenteras que perduren constantemente en el tiempo. Es el caso de soñar que todos los días comemos milanesas, o vitel toné, o sushi. En la práctica, cualquier conducta rutinaria, por más placentera que sea, termina generando cansancio y aburrimiento. Los hombres hacemos el paralelismo falaz de pensar que sería agradable, y hasta deseable, tener sexo con 3 ó 4 mujeres veces por día. Teniendo en cuenta que no es la escort la que decide el aspecto y personalidad de sus clientes, no vale pensar en Olivia Wilde o Kendra Lust como clientas.
Derribar los mitos y entender los secretos de las personas con las que nos relacionamos es clave para vincularnos de manera más plena y respetuosa. Las escorts tienen esa capacidad de mostrarnos un mundo de fantasía, de ser las anfitrionas del placer mismo. Valorar y ponderar esa magia es también parte de la experiencia.
¿Y vos qué opinás? ¿Tenés alguna experiencia para contar? ¿Sos escort y te gustaría compartir cómo lo vivís? Dejanos tu comentario.